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La educación y su transformación social en tiempos de resiliencia.

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Darío Gómez. Todos pensarán que es el cantante de música popular, pero no. Es un maestro pensionado que trabajó gran parte de su vida en el municipio de Alejandría. Este señor nacido en Alejandría y graduado en San Rafael, tiene su finca cerca al pueblo, donde cada fin de semana va a comprar sus semillas y los demás alimentos para subsistir con su señora esposa.

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Hablar con él no estaba planeado. Las entrevistas estaban fijadas, pero nos encontramos con él, suerte o casualidad, no podríamos saberlo. Al principio de la conversación se notaba un poco sorprendido porque no venía preparado para atender cuatro jóvenes que visitaban el lugar, con la curiosidad de entender a fondo la historia que San Rafael guardaba.

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Don Darío recuerda como si fuera ayer el momento tan violento por el tuvo que pasar el pueblo, pero dice que lo que más le dolió fue ver a sus jóvenes de secundaria, tener que unirse a alguno de los dos grupos, así lo llama él. Unos se fueron a integrar las filas del ejército, pero la gran mayoría se fueron para la guerrilla o los paramilitares. Recuerda que los pupitres que antes estaban ocupados por un joven, ahora se encontraran solos y que ya no empuñaban un lápiz sino un arma.

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A pesar de ser de Alejandría, Don Darío se considera una persona que es de todos lados y no tiene un lugar fijo. Desde allí ejecuta su labor con los campesinos que llegan con el deseo de aprender a sembrar y tratar la tierra de una manera sana. Cada año inician eta iniciativa con un grupo de 60 campesinos y que van por distintas fincas aprendiendo y cultivando.

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Su gran aporte desde la educación fue ayudarle a entender a las personas de las veredas que el conflicto no es eterno y que es una posibilidad de aprendizaje muy fuerte. Les enseñó a trabajar en equipo, a perdonar y a creer nuevamente en su territorio, esto les ayudaría a poder hablar del conflicto de una mejor manera.

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